viernes, 13 de marzo de 2015

Lo Transvisible

Ánima
Logos
Ánimus
En el ojo del espejo
Diánoia
Solipsismo
Noéma panda
Pez de fuego
Sublime ocio
Abeja meticulosa
Corazón Transvisible

Ensayo



La existencia y su devenir, las confrontaciones constantes, esos aciertos que nos traen como consecuencia un supuesto entendimiento “sedante” se vinculan con lo artístico.
 Si el concepto de arte es tan ambiguo, con una historia amplia, prefiero omitir estudios bien acabados, o teorías excelsas. Así a continuación, dejaré de lado todo academicismo, solo para volcarme a esta propia voz. Que sin embargo se topará con otras ideas y concepciones lejanas ya transcritas, pues somos seres que arrastramos un conocimiento ancestral, inherente a la evolución del ser humano.
En la infancia, transformados en fieles receptores, acumulamos, evaluamos. Las fuerzas que nos preceden y acogen en percepciones únicas, algunas veces son tan estrepitosas que necesitamos transmitirlas, convertirlas, CREAR.
El arte se manifiesta como una especie de proceso mágico, un entendimiento mayor entre nuestra conciencia y el universo. Ser participes a través de obsesiones y repeticiones canónicas, nos van dando la maestría necesaria del oficio, este encantamiento de lo que sale de uno y a su vez, de los que con curiosidad nos observan (familia, amigos, sociedad) ya sea para alentarnos o frenarnos, es precisamente el impulso liberador del “hacer” (dibujar, cantar, esculpir, escribir etc.) donde creamos al mundo y si logramos comunicar con certeza lo que alude a la esencia de nuestro ser, pues entonces, algo prevalecerá, algo nos conducirá, nutriendo al espíritu. En el transcurrir habitual, acostumbramos debatirnos entre el hombre natural y lo divino, en lo primero caemos en automatismos, facilismos, afanes hedonistas. Por ende, trascender se vuelve una tarea titánica. Gracias al talento y perseverancia de muchos “artistas” que suelen romper paradigmas, accedemos a una luz omnipotente.
 Así como si la vida misma fuese el espejismo de una realidad mayor, “el iluminado” nos regala aspectos propicios de ésta, para avanzar. Al parecer, aún no podemos alcanzar su totalidad, pues recibirla de lleno, sería acceder a otro estado superior, del cual no todos estamos preparados para aceptarla, por eso la intermitencia necesaria de la obra, los guiños precavidos. He ahí el peligro y la maravilla, ¿Cuántos genios han perdido la razón? A veces el precio es demasiado alto.
El arte nos invita a reflexionar, a maravillarnos, a reinventarnos, ¿por qué es tan difícil abordarlo? porque requiere de una “inmersión” y una voluntad mayor, sin embargo, su diversidad amplifica el llamado de atención, paradójicamente  además, existe un mensaje que se distingue con claridad, para cada personalidad. Solo se debe buscar, al lograr identificarnos con el tipo de arte que mejor se nos adecúa, sentiremos que es todo un hallazgo, casi un enamoramiento genuino.
De esta manera, el arte, no es excluyente ni siquiera para el más primitivo, si bien es cierto, existen lenguajes cargados de mayor significación para aquellos que eligen estudiarlo y elaborar profusas teorías, lo importante es que todo aporte engrandece las búsquedas.
El proceso creativo requiere de cierta susceptibilidad y sintonía con energías superiores, es extraño constatar fenómenos masivos en cuanto al surgimiento de ideas, que algunos artistas trabajan y hacen proliferar, versus los que solo se quedan con el mensaje o la inquietud. Por lo tanto hacer de lo intangible algo concreto o realizable es fundamental.
Quisiera destacar “lo instintivo”, en cuanto a lo plasmado como objeto conceptual, en mi caso personal, opera sobre el resto. No existen resguardos, tampoco certezas constantes, solo en ciertos momentos cruciales la inspiración, se convierte en determinación y embeleso atemporal.
Por lo tanto, el Arte fue, es y será: cíclico, demandante, ambiguo, tortuoso o vivificante, revelador, conciliador, ecuación infinita que nos acompañará como especie humana, que se dice pensante y evolucionada.